jueves, 25 de diciembre de 2014

Mis deditos cortos

En sus deditos cortos podía dibujar un cielo, llenar las sabanas de cutículas nubes y arrastrar el mundo al filoso margen encarnado del fin del mundo. Tan lejos, a un cuerpo de distancia entre el tuyo y el mío, rompe tu corazón contra mis latidos marinos.

Aunque sólo fuera por ver sus deditos, aunque sólo fuera por escuchar a tu corazón quebrarse contra el mío, liberaría en tormenta la furiosa carga eléctrica acumulada, pero entonces me pedirías una palabra y yo te daría un beso.

Tintinean a lo lejos mis remordimientos, ante la sombra que pasa sobre mi cama. Será la luna nublada por tus deditos cortos, quisiera verlos aunque me quede ciego de puro miedo.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Corto XLVI

-¿Dónde están tus ojos cuando quería mirarte?

-Ya no están, se fueron. Se fueron como el sol, con la lluvia.

domingo, 31 de agosto de 2014

Pensamientos poco alegres

Tengo unas ganas que no sabes de volver a esos viejos hábitos ¿será por que en mi vida he dado un paso atrás? ¿Se puede hacer tal cosa? Lo único que atino a hacer, es rascarme los ojos hasta que las respuestas salgan de mis córneas.

jueves, 26 de junio de 2014

Corto XLV

-...

-...

-... ¿Aló?

-Aló..

-¿Estabas durmiendo?

-Si, pero no estaba soñando.

domingo, 22 de junio de 2014

Corto XLIV

Soñé.

Soñé cocinando
una quequito lleno
de alfileres,
lleno de metales.

Mostrar desprecio,
liberar mi ira,
evidencia de lo
malo que eras.

La aprobación
de todos la
hizo mermelada,
los hizo dona,
los hizo azúcar
quemada.

¿Dónde se
fueron los
alfileres que
te clavaría
en la lengua?
ibas a dejar
de hacer daño
a los que quería,
a los que quería
tanto.

Esas ganas

-Tengo estás ganas terribles doctor...

.¿Ganas de qué?

-Estás ganas de... es que tengo una colección de autos, ¿sabe? de esos que venden por ahí, como para poner en el escritorio y los miro y pienso

-¿Piensa en qué?

-En las noches de invierno. Pienso en un auto en una noche de invierno cabalgando bajo la luna, pasando el pase y los semáforos a un ritmo furioso de aceleraciones, de rugidos... de estridores

-¿Cómo una película de Rager Adgarz?

-Como una escena de esas... ya sabe... las del descapotable celeste

-Me ha perdido amigo. Explíqueme por favor...

Y se lo explique, con lujo de detalles. Exprimí cada uno de los contornos y de tanto explicar me he quedado sin ni uno para contarte. Allí estaba el sexo, las luces, el rojo y el celeste. La piel, la piel sobre la cuerina deslizándose con el viento del capote abierto a toda curva, a toda noche. Cabalgando, cabalgando sobre la noche de luna, luna que no hay, luna que ya no queda.

Uno a uno se fueron apagando los recuerdos, uno a uno se fue quedando sin memoria, las espantosas ganas se fueron y me pude ir a la cama tranquilo. Es que ese doctor, no sé que tiene, pero me saca todo... me libera todo. Ya no tengo ese dolor de cabeza, ya no tengo esos sueños ni esas ganas... en serio, SA-NA-DO.

Pero a veces, en lo profundo, él sigue acelerando.

miércoles, 11 de junio de 2014

Eléctrico sueño humorado

Soñé en un mar tal que el agua parecía una sangre densa y cálida, en sus aires y vientos escuchaba el ritmo hipnótico de los órganos eléctricos que dejé en casa, cantando, tocando, bajo la luz de la bombilla incandescente.

Aquí que no hay sol, me siento tan distante. Si la electricidad escapara de mis dedos quizás pudiera encender la vida de esta caverna, quizás podría encender con ella la vida, los viajes, el cuento.

No puedo cantar sobre la ciudad del humo, no puedo decirte lo que se ahoga bajo sus cejas argentinas.

Y que las cubra, que pestañee mientras camino y me ahogo, me caigo, me recoges, me dices: cuéntame, cuéntame de aquello.

Nos sentaremos. Hablaré. Hablaras. Miraremos y los años pasaran, entonces podremos regresar al mar de nuevo.

Buscaré un martillo, construiré una casita lejos del tendido y lejos de las fibras. Pasaran preguntando quién vive allí hasta que el tiempo pase de largo y los arboles nos tapen del mundo, del humo y del sol. Ni el sol sabrá donde estamos.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Corto XLIII

Para el recuerdo quizás,
para la foto tal vez,
para ti de seguro.

Te robaré una vida
con mi cámara,
para guardar
tu alegría
en mi cajita
llamada deseo.

martes, 22 de abril de 2014

Corto XLII

Dadme una tempestad y arrojaré sobre ella la costa, mi ira hecha arena ¡he dicho! ¡Oh! no os sorprendáis, no lo he dicho mal, pues desenraizaré la arena de sus piedras y la arrojaré contra el torbellino, lo haré caer como un pájaro herido, beberé así el viento fatuo que arremolina a mi señora, a mi árbol, a mis sueños. ¡Si! alimentaré mis sueños con su sangre, sangre de alianza, del vínculo que tiene la costa con las entrañas del mar, de su salina alma y de sus escamosa vida, vida que se le va entre las redes.

¡Ven tempestad! He afilado mis dientes y no te temo. Por que tu esencia sólo puede matarme y de lo que huyo sólo puede pudrirme. Así que siendo el mal menor, yo elijo devorarte, manso mar marica. Me joderé a todos tus peces y al terminar, no habré si quiera empezado con el resto del horizonte... y cuando no quedé horizonte... espero haber muerto por hazaña, herida o agotamiento, antes de recibir la herida que quema del húmedo aliento proyectado a mi espalda.  Te temo, pues eres viento, mar y costa. Eres un mundo al que no puedo terminar de devorar, vencer o aplacar. A merced me tienes y yo me siento inexorablemente derrotado, pues no quiero que te acabes nunca. Delirio, deliro yo y la felicidad que vendrá aplacará mi llanto.

Tengo miedo. Enséñame a no tener miedo y yo te enseñaré a campar contra el mundo, contra el mundo invisible. Enséñame campar contra mi mismo por lo que más quieras.

jueves, 13 de marzo de 2014

Raro

-¿Cachaste esas dos minas que iban de la mano?

-No ¿cuáles? ¿esas de ahí? - Si, pero no iban de la mano, iban agarradas de la mano. Sujetas y amarradas contra lo que se les venía en contra, no se sentían aceptadas ni amadas por el mundo, iban contra él y aquella rebelión no era más liberadora que el miedo que sentían por debajo de sus tendones.-

-Igual raro ¿no?

jueves, 30 de enero de 2014

Más fuerte que la ficción

En esa escena de aquella película, en aquel momento en donde ese personaje lanza su monólogo es cuando la ficción le gana a la realidad. Lo emociona con lagrimas que quieren caer, se le pinchan los ojos y agradece estar solo, una palabra lo lanzaría a un lago profundo o a un desierto inhóspito.

La catarsis palpitante, el borde se afila y el corazón late y late tras cada segundo de película. No es real, no es nada real, lo ha visto siento de veces y siente que desde ahora en más, siempre llorara en ese momento. Quizás siempre estuvo y nunca lo dejó salir, quizás siempre salió y él nunca estuvo. Ahora, ahora es cuando están los dos sentados mirándose cara a cara y sabiéndose ambos dueños del otro.

Por que no puede ser de otra forma. La ficción congelada en el vídeo, en la película, en el libro, en la música, no cambia ¿o si? Claro que si. Es un mar profundo en el que podemos sumergirnos, allí hay cien leguas a recorrer de las que la primera vista nos deja ver algo más de una y luego la siguiente y la siguiente, hasta nunca acabar. O somos nosotros mismos que nos vemos a través del libro, una tras otra y tras otra vez. Cada vez nos involucramos más en lo que leemos, por que nos involucramos más en lo que sentimos, en el diálogo entre la obra y nosotros mismos, al ser nosotros más sinceros, la obra es más sincera en sus secretos, en los secretos de los personajes, en el mundo, en la armonía, en los secretos de los secretos.

Por suerte ahora estaba solo... quizás la próxima vez no tenga esa suerte... quizás la próxima vez podrá estar abrazado, llorar como una magdalena y en el calor de las sábanas dormir en el sopor del amor hecho. La próxima vez podría tener esa clase de suerte, que perdonen mi humilde opinión, es la que él más anhela. 

Despedidas

¿Cómo se corta el silencio que antecede al pensamiento? Ese rechinar de polvo y suspiros a media máquina. Calentando motores con la vista fija y las pupilas tiritando bajo la sombra de las orbitas, mirada contra mirada con tensión eléctrica desde el monitor hasta las neuronas.

Hacen 27°C pero el ventilador dice otra cosa, pareciera más por el zumbido, vuelta tras vuelta dentro del ordenador. En nuestro micro universo, hierve el aire y las palabras se queman, la electricidad marca a fuego contra el blanco de la pantalla, imprime con ceniza colores, colores de hormigas muertas contra la pantalla.

Disgusto de escribir, de escribir esto. Disgusto de saber lo que tengo que escribir y no poder llegar a ello. Frustración que la mano no sea tan rápida como la mente, o más lenta que el corazón. Si me rindo vendrá otro día a decirme lo mismo, a encender el computador en la página en blanco, golpeando con su dedo largo sobre el vidrio de la pantalla: ¿cuándo? ¿cuándo? ¿cuándo? Y cuándo me esperará en los pasillos, puertas y acechando desde los enchufes de la casa.


Quiero escribir una carta de despedida y no puedo. No quiero despedirme por que entonces me habré ido, sin regreso y sin retorno. Le daré la razón a los hechos y desarmado me dejaré arrastrar por la corriente de lo que sucede afuera y no en mente clavada en una idea fija.

jueves, 9 de enero de 2014

Crónicas XVII

No quiero hablar con nadie, no quiero saber de nadie. Tengo esa sensación de encontrarme con todos los desastre que he ido sembrando durante todo este tiempo y que no quiero hacerme cargo. Es que no puedo. No ahora y ese es siempre el problema, nunca es ahora, nunca puedo ver el ahora para tratar las cosas es una forma de evasión: "no puedo ahora; ahora no puedo hacer esto; ¿por qué ahora?"

Y así y así. Me gustaría saber que las cosas no son tan terribles, osea, no son terribles, nadie se muere y esas cosas, pero sigue siendo terrible. No tengo buen oído y no puedo escucharme para entonar (en el canto) y en la vida, no puedo ver el cuadro sin saber que lo que estoy haciendo va bien en realidad, pierdo perspectiva y esas cosas.

A cada ato siento como si los problemas aparecieran de la nada, comienzo a entender los problemas a medida que ya están explotando y todo va de la misma manera, no puedo salir de mi mismo. Creo que si alguien quiere saber de mí lo preguntara, pero es solo una farsa, todas las preguntas tienen respuestas vagas por que ni siquiera me respondo vagamente y le tengo miedo a todo. A lo que pensarán, a lo que dirán, a lo que me encontraré en su mirada cuando me vuelvan a observar, a probar el limite de su amor condicional o no condicional, por que yo soy muy voluble y tengo terror que la otra gente lo sea también (por que así funciona al final, ¿no? reflejos de nosotros mismos, de nuestros defectos).

Continuará...