miércoles, 6 de mayo de 2015

Recuerdos inolvidables

Envidio a las tablas que hallé en tu piso, a las cortinas que esconden tu risa, al invierno que rompió ese vaso o al verano que lleno de polvo los libros, y a los libros, como envidio a los libros llenos de flores. Todos tesoros.

En los tablones hallé el tesoro que tanto se guardaba, tras las cortinas pude verte con vestidito de verano y chomba de invierno. La luz daba hasta donde corrías, donde las risas brotaban y era en tantas partes que desde la mesa podía dominar tu vida entera.

Quiero ser parte de eso, quiero haberme clavado ese día, haberme roto ayer, ser polvo escondido en el recuerdo.

Puedo cerrar los ojos e imaginarme la madera, el olor, la radio y su música inundando todo, hidratando los recuerdos de un pasado. Podría sentarme a mirar cómo el vacío se llenaba de una vida completa, una vida entera.

Me recordaba tanto a mi casa antigua, a la casa a la que siempre quise volver. Al lugar del recuerdo, por que ya de esos lugares quedan pocos en mi vida, todos se han ido y han cambiado, tu casa era lo más parecido a ello, tanto, que temo que se vuelva otro recuerdo.

De noche

Otra vez era tarde, podía calcularlo a la inversa, no que tan tarde era sino que tan temprano se estaba haciendo. Dejó sus pinzas de lado, su vista sobre sus manos y mirando el cielo, dio gracias que no todavía no hubiera amanecido aún. Qué cosa más triste empezar un día sin haber terminado el anterior, solo y helado, con un montón de cuerdas entre las manos.