viernes, 31 de agosto de 2012

Cosas

En aquel minuto se sentía inútil. Con su corcel perdido en el bosque y sus ropas al viento bajo el invierno del camino, se sentía bastante inútil. Los colores del invierno inyectados en sus ojos lo hacían sentir fuera de foco, sus ropas con tintes azules y escarlatas ya no le parecían tan exquisitas... por lo menos a él.

Su cadena de oro fue la primera en retumbar sobre la caída de las hojas, luego su armadura y al final sus dientes. Era un cascabel con una diana por alma recorriendo los profundos y oscuros paisajes, mientras la acuarela se desprendía del cielo.

El hacha, el asalto, el grito, la muerte. Un rojo natural se escurría sobre el húmedo pasto mientras la cara terminaba de tornarse azulada por la presión, el tintineo al arrancar todo y salir del camino antes de que fuera inadecuado. Con el saco lleno regresó a las profundidades mientras mascullaba "cosas" por debajo de las hojas.

martes, 28 de agosto de 2012

Corto XXXIV

Un lazo rojo
en el brazo
en tensión,
para desviar
la mirada del
cielo sonámbulo.

domingo, 26 de agosto de 2012

Arboles

Bajo la luna me convertí en árbol. Bajo la luna mis manos me llevaron a mis pies y mis pies me arrojaron sobre la hierba, sobre el frío y sobre el agua. Bajo la luna mis pies se fundieron buscando el barro, me deslizaron por el sembradío mientras los pájaros me miraban espantados.

Bajo la luna abracé al árbol, escuché el calor desde dentro, ecos y gruñidos enterrados desde hace tanto, enterrados bajo la luna.

Cerré los ojos y me entregué a la brisa, me entregué al viento y me encerré en la noche. Abrazado al árbol me puse nervioso, el llamado de la noche agitaba mis ojos sobre el verde y ya no quería ser árbol, deseé ser bosque.

Regresé sobre mis pisadas, sobre la inmensa huella de pasto hasta el cemento, hasta el insípido y muerto bloque sobre las raíces. Caminé hacia mi cuarto sin sentir la grabilla, ni la cerámica, ni la alfombra, sólo la Luna colándose entre los barrotes de mi ventana.