Comienza la caza. Se dilatan los ollares con las pupilas como soles, el pelo erizado frente al viento quieto, lo único que se mueve es el halito brumoso de una concentración primigenia.
Aparecera, aparecera. La presunta presa prófuga, inalcanzable irrestible inmaculada, delicioso deseo desesperado.
Sólo la presa duerme, la caza ronda, eterna y sonámbula, sedienta y hambrienta, excitada y confusa, hasta que las muerte los separe.
El sentido de la vida
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Siendo pequeño tuve la ocurrencia de lamer la punta de mis dedos índice y
mayor antes de pasarlos por sobre un tomacorriente para ver qué se sentía.
Espera...
Hace 4 días