domingo, 10 de febrero de 2019

Pérdido

-Llueve algo, ¿no?

-¿Disculpa?

-Digo, que está lloviendo su resto. Como siga así no vamos a poder volver a casa

-Ya, pero no es eso de lo que te estaba hablando

-Es que mira como corre la gente. Jajaja, que gracia. Si igual es una nubada no más ¿No?

No. Ella se había marchado, agotada del desprecio y las repetidas salidas sin sentido, aventuró su vestido de verano a la furia de una lluvia estival, a los goterones tibios y la brisa fresca  de una costa desconocida, acarreando un arrebato salino y desconcertante. Bajó tres cuadras antes de darse cuenta que vivía hacia el otro lado de la ciudad, a pesar de conocer la ciudad como la palma de su mano.

-Claro que llueve tonto, te lo dije esta mañana.