viernes, 24 de junio de 2011

Crónicas V

Supongo que nos pasa a muchos. Cuando comienzas a sumergirte en una carrera y te empapas del conocimiento del salón tienes una gran esperanza: que nadie más entienda nada. Muy dentro de nosotros queremos saber por saber y explicar como los eruditos saben hacerlo, dejar a todos atónitos con nuestra labia y sobresalir en ello.

El caso se vuelve crónico, reemplazamos nuestro lexico por adjetivos más tecnicos y juicios de valor más agudos sacandole filo a nuestro argumento, cada vez más poderoso. Damos de comer a una gargantúa académica, cada vez más imponente y a la vez penosa.
Cuando ya vivimos en la altura del tema nos damos cuenta que no hay nadie con quien conversar o que nos hemos enfocado tanto en nuestro objeto de estudio que ya no cabe en ningún circulo de conversación asiduo. Aquel monstruoso ser que hemos criado con pala, hoy lo cargamos con pesar a sabiendas de que nunca nos podrá abandonar y la culpa del tiempo invertido o perdido será a un mayor.

Los antiguos lo llamaban ego.

miércoles, 22 de junio de 2011

Tertulia Griega

Dicen que cuando un ciego entra, es por que debes darle un vistazo a tu vida, como el medico de visita que pasa a saludar aprovechando la instancia que no carece de sustancia, no nos engañemos.

Ver el café invitado a pintar lo que no terminaba de ser una barba y dejaba de ser patilla me impulso a conversar. Me conto de todo, se reservo nada y parecía que la noche nos cobraba en pequeñas cuotas.

Cuando se fue ya era de amanecida. Me pare para encontrarme solo en el sueño de un local que alguna vez fue brillante y energico, ahora frío e igual de opaco. En ésta pequeña tertulia griega que recibí por gracia me digne en pensar en los dioses, ahora muertos y maltrechos, con sus románticos valores vendidos y malversados, con sus templos en horarios y llenos de flashes fríos.

Antes de retirarme deje la propina, dos monedas de oro.