Asi como el otoño ha de llegar, mi lastima al amor se ilumina. Todo vicio tiene su ciclo, pero que serpenteo más indomito es el del rio de la vida!. Me he abrazado a las primaveras, he vivido sus veranos, pero nunca me he guarecido en los inviernos. Me envarga un cierto sentido masoquista al pensar en el más sucio de los sentimientos, quien no se ha enamorado por necesidad o dejado de lado por la misma?. No me culpen ni me indiquen pues soy un enamorado de cosas que yo ni siquiera comprendo: como negarme al pelo de un lago en calma, al beso de una brisa calida, al calor de una mañana, a la delicia de sentirme abrazado por nadie, al sexo con la soledad de la noche y el canto del grillo.
No hay amado ni querida, no hay devotos ni sacerdotes, los maestros sobran pero faltan los sabios aun asi sigo queriendo al amor como uno más, como un hijo prodigo.