Ahogo en el café un sueño, que pasa la cola de mis lagañas, de mis piernas entumecidas que no corren sino a sentarse al rededor de mi taza.
En este sueño llueve en verano, a pesar de mi sudor y del aire pesado, dibujo un mundo gris de goterones grandes, de gente encerrada y de ambientes agobiantes.
Allí, una realidad se desnuda, la miro y no me gusta, no me gusta estar allí, no me gusta la gente con la que estoy allí y allí no hay portales, contenido todo por las rejas de agua sobre el vidrio.
Así despierto con mi mirada en el fondo de una taza, intentando liquidar instantáneamente el recuerdo de un recuerdo, para descansar y vivir hasta nuestro próximo encuentro.
Tal vez por eso mismo
-
―Ya no se te oye cantar por las mañanas ―dijo.
―Tal vez porque nunca canté por las mañanas ―respondió.
―Eso no es verdad. Antes lo hacías, y muy segu...
Hace 5 horas