viernes, 27 de enero de 2012

Crónicas X

En la mirada ajena leí las enseñanzas de Osho, quien me ha dicho como reconocer la fuga. A pesar de la música, de las luces y del movimiento, la mirada ajena se describió y se mostró simple como ninguna.

Leo en la vida una simplesa de la que soy ajeno ¿por qué será que se me muestra compleja siendo tan simple? ¿seré yo el complicado?. El gusto de aprender de todo se me vuelve amargo cuando me pierdo en mis lapsus de ignorancia.

"¿Cómo sabes de lo impensado y de lo cotidiano eres un imbécil?" me dijeron una vez que ya quisiera olvidar. No puedo decir que me amarga pues es lo contrario, descubrir al otro y a mi mismo en los nuevos elementos me hace reimaginarme el puzle, tomar las piezas y darles una vuelta completa a ver como encajo en este nuevo paisaje.

Cuando regreso a la mirada ajena, me alegro de poder observar esto. Aunque se acompañe de una mentira, aunque se esconda subterranea al cotidiano. Con vívido sentimiento de higuera, yo le tengo piedad al misterioso cotidiano.

jueves, 19 de enero de 2012

Corto XXVIII

Aquellos ojos
que me desvisten,
de una mirada
gélida y congelada,
robada e inmortal,
son del color del que
se visten mis miedos:
indefinida gama
de mi mente miope,
mi alma daltónica.

Crónicas IX


Hubo un tiempo lejano donde no me gustaba bañarme. Ni de noche ni de día, ni por que hacia frío o por que estaba mal. Nada de nada.


Hoy que huelo a sintéticas flores de praderas ajenas y desconocidas, mezcladas en porcentajes extraños y para dar una sensación de bañado diferente entre cada una medito un poco más la cosa. Y es que el baño hoy es una de esas cosas necesarias que van en el mismo grupo del amor, el oxígeno, el agua, la comida: nos hace falta cuando falta.


Todo empezó cuando en el lugar donde vivo no había agua para bañarme, baja de presión por motivos extraños, algo así como la muerte súbita, simplemente sucede y tu quedas con mirada bobalicona extendiendo la mano al objeto más cercano, así terminas sosteniendo un extinguidor vacío por que tu abuela yace en el piso frígida y más encima te sacan una foto ¡que bonito!.


Imaginar que este eslabón en nuestra vida no estuvo siempre con nosotros, que fue introducido como un acto de progreso y vendido como un estatus sanitario, en vez de lo que es: placer. Pues nos encanta estar allí, encerrarnos en nuestro jardín acuático y que nadie nos vea, que el agua nos abrace y no se le permita la entrada a ningún otro ser, cosa o pensamiento. Por lo menos yo, no medito que debo hacer o a que hora debo ir a tal lugar cuando estoy allí. Antes de enjabonarme, previo a cualquier movimiento, mi mente fluye por el chorro y mis ideas se limpian, mi cuerpo florece para un nuevo día ¿bueno o malo? Poco importa en el invernadero de vapor en el que me protejo.


Pero hay actos personales que no compartes con nadie, esos que van acompañados con risitas nerviosas y miradas que te juzgan: mear, masturbarse, tirarse un peo, sonarse las narices con las manos, rascarse entero, etc. Es nuestro santuario, nuestro momento.


Pensando en ello también hay todo un mundo mercantil sobre objetos de limpieza ¿te acuerdas de tu primer desodorante? Es el ritual de "ya eres un adolecente, ya hueles", acabas de empezar a marcar tu existencia en el universo con tu hedor por doquier. Luego venía la segunda parte, tu debías comprar la segunda parte y te encontrabas con tal gama de productos que quedabas loco, tardabas un montón en elegir uno y luego te das cuenta que no viste los sprays, los sprays en seco y los antitranspirantes. Algo parecido con lo que les pasa a las mujeres cuando descubren las cremas para el pelo, un elemento extra para su vida, una elección final. Por lo menos ellas tienen capacidad de elegir, no como nosotros los hombres ¿qué no estás de acuerdo? Que te suden, es mi blog mis reglas.


Lo peor es oler a nada. Terminas con un hedor neutro, entre vainilla-manzana del pelo, olor a playa de malibú del desodorante, a coco por el bronceador y te hechas una colonia o perfume para neutralizar todo y más encima siempre hay alguien que te dice "me encanta como hueles", es como para pensarlo.


Por mi parte hay alguien que dice "me encanta como hueles" pero despeinado, sin desodorante y sin afeitar. Sobre todo en la mañana. En esos momentos la felicidad me abraza y su cuerpo me encierra en un jardín de cariño. Pero por sanidad me baño, uno igual debe cuidarse.

martes, 3 de enero de 2012

Sueño

Despertarse con el sudor del olvido mientras el parpadeo te desconcentra cuando intentas recordarlo. Esforzarse en la ducha a meditar sobre lo que no sabes, pintando diferentes posibilidades y matices, acariciando lo mistico y arrastrando lo mundano.

Cuando tus pasos calcinan las pestañas del mundo, la realidad te dará el parpadeo para desconcentrarte de lo real, abandonandote en el punto que se suspende ahogado en el velo aquel.

Hoy que no quieres recordar, tu cara se pinta de pesadilla, tu recuerdo se enmudece de lagrimas y tu mente se agita en las cuerdas de la cordura para no caer en la ficticia historia que hemos convinado.