Comienza la caza. Se dilatan los ollares con las pupilas como soles, el pelo erizado frente al viento quieto, lo único que se mueve es el halito brumoso de una concentración primigenia.
Aparecera, aparecera. La presunta presa prófuga, inalcanzable irrestible inmaculada, delicioso deseo desesperado.
Sólo la presa duerme, la caza ronda, eterna y sonámbula, sedienta y hambrienta, excitada y confusa, hasta que las muerte los separe.
Seguir
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Voy a seguir adelante. Claro que lo haré. Porque no hay otras opciones.
Porque es lo único que más o menos sé hacer. Y también porque sé que si
comienzo a ...
Hace 5 días