domingo, 22 de junio de 2014

Esas ganas

-Tengo estás ganas terribles doctor...

.¿Ganas de qué?

-Estás ganas de... es que tengo una colección de autos, ¿sabe? de esos que venden por ahí, como para poner en el escritorio y los miro y pienso

-¿Piensa en qué?

-En las noches de invierno. Pienso en un auto en una noche de invierno cabalgando bajo la luna, pasando el pase y los semáforos a un ritmo furioso de aceleraciones, de rugidos... de estridores

-¿Cómo una película de Rager Adgarz?

-Como una escena de esas... ya sabe... las del descapotable celeste

-Me ha perdido amigo. Explíqueme por favor...

Y se lo explique, con lujo de detalles. Exprimí cada uno de los contornos y de tanto explicar me he quedado sin ni uno para contarte. Allí estaba el sexo, las luces, el rojo y el celeste. La piel, la piel sobre la cuerina deslizándose con el viento del capote abierto a toda curva, a toda noche. Cabalgando, cabalgando sobre la noche de luna, luna que no hay, luna que ya no queda.

Uno a uno se fueron apagando los recuerdos, uno a uno se fue quedando sin memoria, las espantosas ganas se fueron y me pude ir a la cama tranquilo. Es que ese doctor, no sé que tiene, pero me saca todo... me libera todo. Ya no tengo ese dolor de cabeza, ya no tengo esos sueños ni esas ganas... en serio, SA-NA-DO.

Pero a veces, en lo profundo, él sigue acelerando.

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