jueves, 16 de febrero de 2023

Lagunas mentales

No solamente me atormenta el hecho de perder algo, sino de verlo perderse entre la inacción. No haber intentando hacer algo me duele profundamente, así como también a no haber dado lo mejor de mi. Sin embargo esto último es más difícil de admitir, normalmente uno puede echarle la culpa a un millón de cosas extras, principalmente por aparentar y salir ileso de los comentarios. Pero uno no se libra del juicio propio, es más, se ahoga en ese juicio, se siente acorralado sin poder sanar o discutir sobre qué se hizo mal.

Esta actitud se acumula porque son estas mentiras o diversiones las que desvían la atención, como quien pone un meme para no decir lo que siente. Inevitablemente llegará con ello la ansiedad y posteriormente la soledad, o bien, el alcohol u otro tipo de diversiones menos sanas... o más sanas, dependiendo de cómo lo manejes, aunque ya sabemos que será estrellarse contra un muro, despertando con la misma desolación aunque un poco más alejado de la idea de que la cagaste, con resaca (obviamente), aunque más aliviado de aquello.

Más allá del método de evasión, es la sensación de que estás perdiendo una carrera la que te obliga a irte por estos extraños mecanismos de defensa, para guarecerte de tus colegas, de tus amigos y de tu familia. Que extraño es tenerte que esconder de tu círculo de confianza, incluso aquel que tu mismo creaste. Al final estas solo por la vida, rodeado de gente y de números, engordando la lista de guías de autoayuda, mindfullness, publicaciones "buena onda" y todo ello para sumar nada.

Escribir esto también podría ser una forma de entender cómo me evado de mis propios problemas, porque de todo lo que he escrito ahora, no hay sinceridad sobre lo que realmente me molesta y esto, es lo más sincero que ha leído de este párrafo.  

lunes, 16 de enero de 2023

Corto LVIII

 Cría plantas 

y serás su abono.

viernes, 29 de julio de 2022

Corto LVII

"¿No tenemos todos un angel detrás de nuestros hombros? ¿Te gustaría que fuese yo?"  mientras cruzamos miradas desde sus ojos de batería, mirando lo mismo. A ver si me inclino, apoyo mi mano y te digo, "todo saldrá bien", "tranquilo, tu también eres bueno, valiente y hermoso", "es un terrible error"

¿Cómo no querer meterse en esa vida si se te abre por delante? Si brilla, suena y te llama ahí, delante tuyo. Y esa espalda ¡oh esa espalda! un guiño a nuestro morbo más auténtico, al asomarse a un rincón de la vida ajena. 

Quizás no es para todos.  Quizás soy yo el que a veces le gusta imaginarse la vida de otros, revisar sus cosas, ser ese cargador en la pared, para que le compartan sus secretos en el frío de una luz led. 

En verdad es una mala educación, pero una muy sabrosa, amago de lo desabrida que es la mía propia.

lunes, 23 de mayo de 2022

Durante la noche

Existen días terribles, en donde te quieres hacer bola, pero en tu cama no puedes, porque ya no es lo mismo. Te despiertas a media noche, con un frío que llevabas años sin sentir, sacando las colchas para taparte y el pijama largo, doblado e inmaculado en el fondo del ropero.

El sorbeteo de los mocos, pues es algo casual, ¿No? Mal que mal, el cuerpo acusa abandono, porque la vida se fue a otras partes y en la oscura noche, lo único que arde es la cara, las mejillas y los ojos. 

Así que te levantas, exprimes naranjas, sacándole el alma, pulpa y vida, te haces vaso y algo, lo metes al microondas y las dudas comienzan a dar vueltas. Claro que, así como el vaso se calienta, nada más lo hace, todo, aparte de la luz interior, sigue como si nada, hasta que suena, sacas el vaso caliente y le metes miel para enterrar el resfriado en un sobrepeso de frasadas, por lo menos hasta que amanezca. Porque últimamente los días andan en eso y sin embargo, el olor de la naranja reconforta, no como el del sucedáneo a limón de los sobrecitos antigripales, sino a fruta fresca, a fruta de verdad, a personas de verdad.

domingo, 13 de marzo de 2022

Crónicas XXII

 Mi relación con los amaneceres es complicada. Siempre se han romantizado los amaneceres en muchos libros y lo entiendo, son bellísimos, quizás más que los atardeceres a los cuales estamos más acostumbrados, sin embargo la energía que emana al momento del amanecer es otra, nuestra disposición al amanecer también es otra, nos ilumina el corazón y nos vincula con la tierra que también está creciendo.

Como dije, mi relación es complicada porque a través de mi vida me ha tocado muchas veces quedarme en vela y es que pasé de ser una persona que raramente me levantaba al alba a una que veía con desesperanza como un nuevo día se nos venía encima. Con ese día también la desesperanza de lo que se venía por delante, un día agotador, la angustia de tener que entregar ese día, de esa prueba que hay que dar y, quizás la peor, el dolor de saber que lo que había estado dándole vueltas toda la noche, no había tenido respuesta.

En el último tiempo empecé una nueva rutina, me levanto a las 5, me preparo para hacer ejercicio, meditar y ver el mundo encenderse. Así me reencontré conmigo mismo y con los amaneceres, ya no son un reloj implacable sino una puerta de posibilidades, sin embargo, mientras escribo esto, estoy en otra de esas noches de trabajo intenso, pensando en dormir 30 minutos para no ver el momento en que el amanecer caiga sobre mi, porque la verdad, no quiero sentir esa desesperanza, que nunca me ha abandonado, sólo la he logrado disminuir.

sábado, 19 de febrero de 2022

Crónicas XXI

El comienzo del otoño lo marcan las quemas, el asfixiante olor humo que envuelve los campos al sur del Bío-Bío. Tardes marrones donde el olor seco del humo empieza a nublar la cabeza y pareciese que el mundo ardiese sin parar, aun cuando son solo algunos rastrojos los que sufren (o benefician, según algunos) de la plaga del fuego.

Estos fuegos otoñales pareciesen no parar nunca. Recuerdo haber caminado por los desiertos de pinos y mirar desde lo alto como se quemaba todo, como nubes nuevas se forman bloqueando al sol, convirtiendo los días más despejados en tarde languidecientes, ocasos ocres y lunas amarillas. Ahora son fuegos de verano y me da miedo pensar en los del otoño, por que llegaran y serán una herida que el agua no cerrará, sino que escocerá con los vientos que se estrellen contra las murallas de humo.

Lo bueno es que el COVID nos ha quitado el sentido del gusto, del gusto por la vida y por el viento, cuando pase el fuego por sobre nosotros no sentiremos el ardor quemando nuestros pulmones, ni el sabor a yesca que se respira hoy. Todo será tan vacío, por que ya nada nos importa tanto, no queremos salir, no queremos ayudar, sólo queremos escuchar cuando deje de sonar la sirena para poder ir a comprar algo de pan.

lunes, 7 de febrero de 2022

Corto LVI

 Vamonos para

 la casa chico, 

ante que nos

vea la muerte,

levantemos la cabeza 

por sobre la hierba,

abramos las orejas 

a los aguijones ciegos.


Vamonos para 

la casa chico,

en mis brazos 

en mi corazón

hasta mi vida,

hasta el final.