El chicle se
masticaba en silencio en lo que antes había sido una esquina siendo ahora una pupila, en toda su dilatada
expresión. Una imagen borrosa, un esquema a la rápida, una mancha bien puesta y
allí estaba. Piel con olor a tacto, ojos con sabor a beso, media coma de dejar
de ser un sueño.
Un yoghurt sacado y
guardado con la mano resplandeciente en una bolsa que calzaba tanto como un
círculo en un cuadrado, tan iguales como la lluvia y un día soleado. Tres
miradas más, le dieron pérdida a la razón. Se limaron las esquinas, se mal
enfocaron los detalles y en el fondo de aquellos ojos verdes brilló el musgo
como recién mojado.