viernes, 27 de marzo de 2009

Caballero

Acercose cascos de caballera armadura, al borde inmortal marcado en abismo para busqueda desgastante de quien fuese alguna vez hidalgo de espada, hoy rota por brazo hasta tobillo.

A posada perdiese vista, escondida en finas líneas delante de estrechos cuan largo berbecho erase la barba del postumo heroe.

¡Conoce lo que viene o lo que se devuelve! ¡Hereje destino de quien ingenuo crece! Muriendose entre dientes al grito dio estocada ¿o la estocada le dio al grito la muerte que aguardaba?

domingo, 22 de marzo de 2009

Amor

Dicen que no hay pecado en intentar, en ser insistente, agotar los inviernos y quemar los veranos en pro de los resultados.

Sé que hay limites de todo tipo, murallas e incluso líneas marcadas por dedos familiares.

Conozco los atajos, sus trampas y las pequeñas esquinas huecas donde se esconden los toros.

Y de toda la gente que escapa victoriosa, de ninguno sé su historia postuma.

¡A eso le tengo miedo! a llenar el vacío de tus ojos, a llorar sobre una boca abierta, dejarme caer entre tus extensiones perfumadas... a vacíar el mar que me llena.

sábado, 21 de marzo de 2009

recuerdos de Cordoba

Lagrimas de plata,
en mozarabé corte
cersenas mis recuerdos:

En manchas opacas,
del toro andalúz
corriendo sobre
romana piedra,
y en su mirada
el dolor y el llanto,
como cristiana
violación a la
boveda musulmana,
como antes hiciera
la cimitarra
al olivo afrenta.

martes, 17 de marzo de 2009

Infancia

La casona que aloja las pesadillas en finas redes de algodón, la vieja estancia que teje horrores en los polvorientos cajones de muebles vírgenes, ese memorial que nos recuerda la muerte que nos es tan ajena.

¿Qué nos atrae? 

Pues encontrar pesadillas y desenmarañar horrores, cosa que el algodón rosado se tiña y la muerte nos encuentre en esa casona vieja que alberga a nuestros pensamientos, arropados ante una luz serena.

sábado, 14 de marzo de 2009

Eternidad

Comprender, sentir, seguir, afirmar; tantas cadenas que impulsan mi claustrofobia, cuando son insignes puertas, abiertas de forma de no caer en la perversión al solo mostrar una censurada pierna rasgada por hojas oxidadas.

Y es que la eternidad me atormenta, su complejidad castiga día a día mi existencia y me señala mi inferioridad mientras babeo encantado.

Cada noche, cuando cierro los ojos, pienso en el cosmos y torturo mi cansada mente. Cuando el sueño acorrala la razón, veo como poco a poco la inmensidad se ve cazada por la simpleza, entiendo como la gente vive sin disfrutar de esta catarsis intelectual, entiendo como ser una mejor persona muy a mi pesar.

lunes, 9 de marzo de 2009

Lugares

La estancia llena de recuerdos, un cuarto vacío de tantos yo que no pueden ser nadie. Clichés sin sentido de palabras sueltas, pequeños granos a campos dejados dormir en la maleza.

Piezas vacías, somníferos lugares, tranquilos y lejanos, apartados de un mundo atormentado en una sobria paz a tiempo de despertar a una resaca igual de funesta.

Un lugar desierto, tan atestado de agobio que el llanto rompe el hielo del silencio que impone un ventarrón seco de oscuridad.

He querido…

jueves, 5 de marzo de 2009

Sobre el odio

Que sentimiento más puro y delicioso, mucho más morboso que el viejo y desgastado amor. No hay nada más sagrado que odiar hasta la médula, sentir como se crispa tu cuerpo al mirar al objeto de tus sueños escarlatas: mañanas, tardes y noches enteras imaginando como el infeliz escupe bilis mientras bailas al rededor, jugueteando como un niño al estrujar sus tubos vitales al son de sus alaridos escabrosos.

¿Y que me dicen de la infamia de confundir el odio con el amor? No es un problema de sujeto sino de concepto, pues al rivalizar ambos como fuerzas adversas es un lío hacerse con lo mismo. Por tanto uno solo puede sufrir de dos males diferentes en vez de una confusa estupidez, vale decir, puedes odiar el amor que sientes o amar el odio que anhelas pero no amar y odiar a la misma persona. Cabe destacar que en caso suicida lo anterior no es valido.

Pero lo mejor es la sinceridad de esta materia prima, uno no se confunde al odiar. No existe un limite moral al odiar, no sé te enseña a odiar a una persona sino que la vida te permite hacerlo repetidas veces y de forma derrochadora. Nadie se queja del odio recibido, nadie se pone celoso de ello y más grato es que el odio se acumule alimentado por el recuerdo a un punto en que te desangras por odiarlo más, aunque sea ridículamente innecesario.