jueves, 20 de septiembre de 2007

Tributo a la "gamba"

Aquellos que hemos salvaguardado con exito los dichosos recuerdos de la vida noventera esa que temía del siglo XX: de sus naves espaciales, apocalipsis y Vernes recordamos con añoranza la moneda de 100. Su color cobre siempre nos introdujo a esa satisfaccion humanoide de poseer el poder de hacer lo que quisieramos con ella.
1000 era una suma ridiculamente excesiva, 10 era para las pastillas pero 100 era exactamente lo necesario para el pan, la bencina o su buen Chester. Pero el cobre se nos va de las manos, asi como la arena ha de irse, la centena ha perdido su elegancia, rezagada a ser parte del vuelto, solo un conjunto nos sirve y a veces salva... cuando falta.

Y así como nos vamos haciendo viejos, aquel mundo metalico palidece ante nuestras palmas como soles moribundos por que lo que fue nunca volvera y los recuerdos que nos quedan ni siquiera son los mismos.