miércoles, 4 de julio de 2012

Urbe

Los viejos pasos que nos llevan por los caminos antiguos siguen rutas eternas. Las rutas trazadas por manos de hueso, tintinean con los anillos sin valor.

Siendo la túnica una hoja al viento, coge velocidad sobre la manchada avenida sumergiéndose en las blancas paredes. Sus ojillos intranquilos volando contra las orejas, escriben con sus pupilas la historia impregnada en su sapiencia, con la floritura de su imaginación.

Marchando sobre las añoradas venas, se va topando con las coaguladas reseñas hasta que el silencio se come la ciudad. ¿Será envidia lo que brilla en el fondo de sus ojos? Quizás aquí si, en medio del silencio, en el palco de la soledad.

Avanzando sobre las avenidas gargantuescas el tiempo se estaciona sobre la alfombra de hojas, baja hacia el café y se pide un expresso. Las barbas navegan por las orillas del río bajo el cambio de luces de los magnanimos faroles y del anticuado sol. Habrá que esperar otro día para que brille el cemento contra el florido urbanismo, entre los aplausos de sus devotos expertos y de sus vagundos maestros de cartón.

1 comentario:

José A. García dijo...

Habrá que esperar otro día para saber si hemos equivocado el camino o no.

Saludos

J.