domingo, 26 de agosto de 2012

Arboles

Bajo la luna me convertí en árbol. Bajo la luna mis manos me llevaron a mis pies y mis pies me arrojaron sobre la hierba, sobre el frío y sobre el agua. Bajo la luna mis pies se fundieron buscando el barro, me deslizaron por el sembradío mientras los pájaros me miraban espantados.

Bajo la luna abracé al árbol, escuché el calor desde dentro, ecos y gruñidos enterrados desde hace tanto, enterrados bajo la luna.

Cerré los ojos y me entregué a la brisa, me entregué al viento y me encerré en la noche. Abrazado al árbol me puse nervioso, el llamado de la noche agitaba mis ojos sobre el verde y ya no quería ser árbol, deseé ser bosque.

Regresé sobre mis pisadas, sobre la inmensa huella de pasto hasta el cemento, hasta el insípido y muerto bloque sobre las raíces. Caminé hacia mi cuarto sin sentir la grabilla, ni la cerámica, ni la alfombra, sólo la Luna colándose entre los barrotes de mi ventana.

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