Cuando él sopeso esto ya era tarde, todo fue muy rápido. Nadie le ayudo, no hubo un brazo amigo.
La gente paso a su lado observandolo como si fuera otro más, mientras el se dejaba llevar por la situación, cayendo sobre la acera vecina en un paso decidido a tener dudas.
Cuando todo termino, el había desperdiciado otra luz roja, otro camión veloz, otra caída accidental.
El había sobrevivido para ver como no podía morir mañana.
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