miércoles, 21 de enero de 2009

Vejez

La noche se enamora poco a poco del doloroso aborto que cae y escurre entre los pilares de la vieja casona, la suave niebla cierra el manto junto al tabaco que juega al rededor a la chimenea, que arde consumiendo así los añorados tiempos de risas.

La fina cuerda austriaca llena el ambiente a la vez que lo vacía, castigando la soledad sadica de quien cree en nada no asi en nadie.

Temed hijos de la noche, pues en este edificio vive un mounstruo. Una criatura tal, que os dejaría pidiendo ojos que reemplazar, boca que morder y pies para volar.

Una bestia llamada resignación.

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