jueves, 30 de enero de 2014

Despedidas

¿Cómo se corta el silencio que antecede al pensamiento? Ese rechinar de polvo y suspiros a media máquina. Calentando motores con la vista fija y las pupilas tiritando bajo la sombra de las orbitas, mirada contra mirada con tensión eléctrica desde el monitor hasta las neuronas.

Hacen 27°C pero el ventilador dice otra cosa, pareciera más por el zumbido, vuelta tras vuelta dentro del ordenador. En nuestro micro universo, hierve el aire y las palabras se queman, la electricidad marca a fuego contra el blanco de la pantalla, imprime con ceniza colores, colores de hormigas muertas contra la pantalla.

Disgusto de escribir, de escribir esto. Disgusto de saber lo que tengo que escribir y no poder llegar a ello. Frustración que la mano no sea tan rápida como la mente, o más lenta que el corazón. Si me rindo vendrá otro día a decirme lo mismo, a encender el computador en la página en blanco, golpeando con su dedo largo sobre el vidrio de la pantalla: ¿cuándo? ¿cuándo? ¿cuándo? Y cuándo me esperará en los pasillos, puertas y acechando desde los enchufes de la casa.


Quiero escribir una carta de despedida y no puedo. No quiero despedirme por que entonces me habré ido, sin regreso y sin retorno. Le daré la razón a los hechos y desarmado me dejaré arrastrar por la corriente de lo que sucede afuera y no en mente clavada en una idea fija.

1 comentario:

Rodrigo dijo...

Entonces no lo hagas... no te despidas y solo asume que tu vida cambia, no es un viaje, no es una huida, solo es un rumbo diferente que debes seguir... y no pierdas el contacto con los que dejas... y no te cierres a crear nuevos contactos... y listo! no hay despedida, solo otro rumbo...