Tristes pensamientos iluminan mi camino bajo el manto de la suave garúa. El frescor de la liviana humedad no hace contraste con mi pesado interior, calientes nubes verborreicas a punto de romper en trueno.
Un crujiente caracol se desliza por mi suela. Al girarme está la pared, al voltearme está la pared y la puerta al frente se mantiene tibia por la sombra de un portazo.
Tal vez por eso mismo
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―Ya no se te oye cantar por las mañanas ―dijo.
―Tal vez porque nunca canté por las mañanas ―respondió.
―Eso no es verdad. Antes lo hacías, y muy segu...
Hace 4 días
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