jueves, 15 de marzo de 2018

Cantinas

Miré un poco una tarjeta que había escrito, hace tanto tiempo atrás. Allá, ayer, donde vivía. Recordé, por ejemplo, la sensación de que las palabras se escribiesen solas, que lo que apareciese fuese algo más, alguien más. Dicen, o alguien dijo, o yo leí y después me lo contaron, en una carta, en un dicho, en un beso, que el que escribe es otro no uno, y quizás, tal vez sea así. No soy quien escribe, bueno, soy quien escribe pero no el que pone las letras debajo de los puntos, detrás de las ies, al lado de las jotas. Soy un medio y no quiero sentirme como tal, quiero ser reconocido, pero lo que escribo no me convence por que tengo miedo de mi mismo, de no ser tan bueno como lo de antes, como ese que no soy yo y al quien no puedo juzgar, por que como poeta lo veré como verso y no como persona, le seré infiel y le acosaré noches enteras. Seré libre y seré infeliz, ambas bajo noches, noches como esta.

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