Los trajes negros que visten nuestras copas no impedirán que la noche nos sienta mal, que las estrellas bailen con el río y que el puente toque un blues.
Las medias rojas de nuestros labios se sentarán a esperar en la fria esquina que nos queda, bajo la luz de los hechos en lo oscuro de nuestro pensamiento.
Lo que quede del desnudo, será nuestro gusto por la vida, nuestro sinceridad por el otro y nuestro cariño.
En la noche olvidada, no hay reloj para las mentiras ni minuteros para el engaño.
Tal vez por eso mismo
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―Ya no se te oye cantar por las mañanas ―dijo.
―Tal vez porque nunca canté por las mañanas ―respondió.
―Eso no es verdad. Antes lo hacías, y muy segu...
Hace 6 días
1 comentario:
Los colores siempre supieron hacer bien su trabajo.
Saludos
J.
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