-Llueve algo, ¿no?
-¿Disculpa?
-Digo, que está lloviendo su resto. Como siga así no vamos a poder volver a casa
-Ya, pero no es eso de lo que te estaba hablando
-Es que mira como corre la gente. Jajaja, que gracia. Si igual es una nubada no más ¿No?
No. Ella se había marchado, agotada del desprecio y las repetidas salidas sin sentido, aventuró su vestido de verano a la furia de una lluvia estival, a los goterones tibios y la brisa fresca de una costa desconocida, acarreando un arrebato salino y desconcertante. Bajó tres cuadras antes de darse cuenta que vivía hacia el otro lado de la ciudad, a pesar de conocer la ciudad como la palma de su mano.
-Claro que llueve tonto, te lo dije esta mañana.
Juguetes
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Una mezcla de admiración, envidia y odio, no siempre en iguales cantidades,
participaba de nuestras relaciones. En las de todo el grupo de niños de la
sala...
Hace 1 semana